miércoles, 22 de abril de 2009

Sobre Cervantes

Mañana, 23 de abril, se celebra el aniversario del fallecimiento de Miguel de Cervantes. De ahí que sea el día de las letras españolas. En Cataluña, donde se celebra la festividad de San Jorge, fue costumbre regalar en tal día como mañana una flor a las mujeres y un libro a los hombres. Los tiempos evolucionan y en la actualidad hombres y mujeres desean tanto recibir un libro como una flor, de modo que la solución ideal pasa por ofrecer una flor a quien se acerca a adquirir un libro.

Este año se va a celebrar de forma especial en Biblioteca del Instituto Cervantes de Argel. La flamante bibliotecaria, Susana, me ha hecho llegar el siguiente texto:

“Este año la Biblioteca Max Aub del Instituto Cervantes de Argel desea sumarse a la celebración ofreciendo a sus visitantes una jornada de puertas abiertas. En ella, se regalará una flor a cada persona que formalice su inscripción durante el día 23 de abril. Igualmente, se aumentará el número de obras a tomar en préstamo, viéndose ampliada a 5 libros y 4 materiales audiovisuales por el mismo periodo de tiempo establecido en nuestro reglamento.
Para completar la actividad, la Biblioteca Max Aub del Instituto Cervantes desea promover la lectura entre sus alumnos y lectores con la instalación en su Salón de Actos de una feria del libro de ocasión. En ella, se podrán adquirir obras de todo tipo en nuestro idioma con precios muy asequibles y los visitantes disfrutarán de un momento para ojear y consultar los títulos expuestos durante los días 23, 25 y 26 de abril”.


Miguel de Cervantes guarda una fuerte relación, a su pesar, con Argel, donde le mantuvieron preso durante casi cinco años. No pretendo aquí narrar al detalle una página de la historia que puede ser consultada en cualquier fuente. Tras su participación en la Batalla de Lepanto, donde perdió la movilidad de un brazo, se quedó aún una temporada en Messina, Italia, hasta que con cartas de recomendación embarcó en Nápoles de vuelta a la península en una galera llamada Sol. Sin embargo, cuando ya estaba llegando a la costa española, enfrente de la localidad de Palamós, su barco fue interceptado por un pirata famoso de la época de nombre Arnauti Mami, que lo condujo a Argel. Aquí quedó como botín de otro pirata del mismo apellido, Dali Mami, que también iba a bordo del barco pirata. No obstante el primer Mami era albanés y éste segundo griego. Las credenciales de Cervantes, que llevaban la firma de don Juan de Austria, le convertían en moneda de cambio importante para la labor de rescate de los Padres Trinitarios, pero la suma exigida era demasiado importante y tardó cinco años en ser rescatado, contra el pago de 500 escudos, que era más de lo que mucha gente podía llegara reunir en toda su vida. Aclaro que la inflación de la época, con la necesidad de dinero para la Armada Invencible, y la llegada de oro de América hizo que la inflación dejara en poco tiempo estas cantidades en algo ridículo. Durante todo ese tiempo intentó en cuatro ocasiones la huida, fracasando en todas ellas. Una vez rescatado, ironías del destino, tuvo que aceptar un trabajo en Orán para poder pagar las deudas contraídas por su familia con varios usureros.

El intento más épico, que está bien documentado, fue el segundo, el que da lugar a la historia de “la cueva de Cervantes”. Por su trabajo como esclavo en las tierras cercanas a lo que ahora es el Hotel Sofitel supo que más arriba, entre la maleza, existía una cueva desde la que se divisaba el mar y desde la que podía percibir antes que nadie la llegada de una fragata de rescate. Dispuso de mucho tiempo para estudiar los pormenores de la evasión y con uno de los rescatados dejó mensaje de su plan de huida, en el que incluyó a otras personas de su confianza. Durante varios días se mantuvo oculto junto a ellos en la cueva, debajo de lo que hoy es Riad el Feth, el monumento a los mártires. Pero a última hora fue delatado por un melillense convertido al Islam y su plan de fuga abortado.

La cueva existe aún hoy en día y es conocida como la Cueva de Cervantes, en la Plaza de Cervantes, que a su vez se halla en la avenida que lleva el nombre del escritor. En varias ocasiones a lo largo de la historia el lugar ha sido objeto de atención por parte de las autoridades españolas, que han arreglado el sitio y colocado placas conmemorativas. En la placa de mármol colocada con motiva de la última reparación costeada por España se cuenta que el primer homenaje al lugar, a la presencia de Cervantes en Argelia, data de 1887, cuando se colocó a la entrada una placa conmemorativa de bronce.

El hueco de esa placa, desaparecida, luce en la fotografía de la entrada de la cueva. Tengo una muy bonita historia que contar sobre ella, que dejo para mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola¡

No te fies de los conversos y menos si son de Melilla. SI son de Almería si te puedes fiar.