viernes, 10 de abril de 2009

Operación limpieza

Hoy toca ser positivo.

Es verdad que llevo dos meses y medio sin que funcione Internet en mi casa, pese a haberlo pagado para todo el año. Mi apartamento tiene unas vistas estupendas, pero es un octavo piso y el ascensor lleva casi un mes estropeado. Aparcar en mi calle es un ejercicio de masoquismo y de muy poco aprecio hacia mi coche, al que han arrancado el parachoques trasero, han abollado por todas partes y un día rompieron una luna lateral para robarlo.

También es verdad que en el edificio en el que vivo, un octavo piso con un ascensor que lleva casi un mes estropeado, tenemos una mujer de la limpieza que limpia al menos una vez por semana la escalera. El pasado sábado realizó su trabajo a primera hora de la mañana y un par de horas después la escalera estaba llena de restos de envoltorios de galletas, caramelos, bolsas vacías de plásticos, una hoja de papel arrugada, una cajetilla de tabaco,... Vergonzoso, pero no menos que otras veces. Esa mañana, cada vez que bajé de mi casa me dediqué a ir empujando todos esos restos hacia abajo con los zapatos. Y en mi tercer descenso del día me encontré a unas vecinas que me vieron cómo yo recogía esos restos. Ya no pude resistirlo más y dije de todo. Que si estamos en una comunidad con una manada de cerdos residendo en ella; que es una vergúenza que no se delate a los culpables para llamar a su puerta y llenarles la casa de basura; que nadie más limpia la escalera después de verme a mí cómo recojo los restos. En fin, eso y mucho más, porque estaba francamente harto de convivir con una pandilla de guarros.

El caso es que mi discurso ha dado resultado. Han pasado varios días (escribo esto en la noche del martes al miércoles) y no se ven restos de basura en la escalera. El portal, que suele estar lleno de bolsas de plástico, se mantiene inmaculado. Incluso una vecina se me acercó ayer para decirme que vea cómo está ahora todo más limpio y que lo del ascensor se va a reparar pronto.

No soy un ingenuo, sé que esto durará bien poco. Pero ya he conseguido algo.

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